Filmes cuasireales


El otro día me puse a ver la película llamada Papa: Hemingway in Cuba (2015). La idea del filme es representar esa época postrera de Hemingway en la Isla, justo antes y en el momento mismo del golpe revolucionario. A la vez recoge aspectos de su relación amorosa, su alcoholismo, su depresión, todo narrativizado en torno a una relación con un periodista llamado Ed Myers. Es una película interesante con momentos interesantes y el hecho de que esté basada en eventos reales la hace todavía más interesante.
           
Cosa similar pasa con Hands of Stone, sobre el boxeador panameño Roberto Durán. Es un flick no exactamente recordable, con todo y Robert De Niro, pero nos capta porque queremos enterarnos más de esta leyenda panameña.
           
¿A quién (a quién en serio) no le gustan las películas basadas en eventos reales? Digamos que esa base verídica les da una suerte de valor agregado. Así por ejemplo, si no fuera un biopic, Florence Foster Jenkins (2016), con Meryl Streep, sería un aguadón de película. El hecho de que tenga un inceptum histórico le da una ligera elevación. Tampoco mucha, aclaro.
           
Por supuesto, hoy en día esa expresión “basada en eventos reales” se usa de una manera muy laxa. A veces sería mejor que dijera: “basada en eventos cuasireales”. No estoy condenando las licencias. Creo que el arte bien vale unas cuantas licencias. Pero siempre recomiendo googlear la cosa después, para separar lo auténtico de la paja.
           
Es lo que hice por ejemplo luego de ver Mr. Church (2016), que describe la relación de una niña/adolescente/mujer con un querible cocinero y sibarita y hombre de libros (Eddie Murphy, a quien da gusto verlo haciendo drama) pero desde luego el guión favorece amplificaciones y rutas fictivas. Lo mismo ocurre con la nada milagrosa Miracles from Heaven (2016), sobre el caso de una niña que vive una remisión espontánea declarada sobrenatural.
           
War Dogs (2016), por su lado, nos presenta una historia alucinante sobre dos chavos que aterrizan un negocio de 300 millones de dólares con el Pentágono. La trama rinde toda clase de meandros interesantes, algunos totalmente verídicos, pero otro borneados o inexistentes.
           
También tenemos la comedia Masterminds (2016), sobre un robo real ocurrido en 1997, uno de los más grandes que se hayan cometido en los Estados Unidos. Me parece que se clavaron como 17 millones de dólares, esos cuates. La película es con Zach Galifianakis, Owen Wilson, Kristen Wiig y Jason Sudeikis. ¿Cómo se puede conservar la seriedad histórica con esos actores, yo me pregunto?
           
A veces lo que queda de los eventos reales es muy de veras poco. Como es el caso de The Conjuring 2, una película de miedo con un ritmo decente, pero lleno de toda clase de exageraciones y mentiras. Ya confrontada con la realidad, lo que va quedando es muy delgado.
           
Cosa ligeramente distinta pasa con la película Colonia (2015), en donde los guionistas se inventan una relación amorosa en una comuna/secta escalofriante de Chile, esa sí existente. Pero aquí lo que pasa es que uno se mete a avegiguar a ver lo que de veras pasó históricamente, y lo que encontramos todavía nos frikea más, en cierto modo. Como se dice a veces, la realidad supera la ficción.




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