Viejo es el recurso de hacer una película con
múltiples historias que de algún modo convergen. Un punto de referencia obvio
será para siempre la noventona Pulp
Fiction. Hay muchos: Magnolia, Sin
City, Traffic... Iñarritu ha hecho varios filmes en esa línea: Amores Perros, 21 Grams, Babel. Aquí dos
cintas meritorias que ensamblan e interseccionan, de modo total o discreto,
los destinos de sus personajes.
The
sound and the fury (EU,
2014). Por supuesto montada en el libro de Faulkner, de 1929. Saben ustedes,
porque la han leído, que la historia implica el retrato de una decadencia
sureña, de una aristocracia venida a menos.
Es aquí James Franco el director, que ya no es ningún aprendiz. De
hecho, esta es la segunda adaptación que Franco hace de un libro de Faulkner,
la anterior siendo As I lay dying. En
cuanto a The sound and the fury, no es la primera vez que alguien procura
la tarea imposible de llevar esta obra a la pantalla (Martin Ritt,
1959). Es de suponer que cualquier intento va a venir de un modo relativo. Ya
se sabe que una obra como esta es infilmable. La cosa no es gritar por nada y
por todo, como hicieron los cultos y enterados reseñistas, y reconocer que
Franco, lejos de desertar, hizo algo a la vez visceral y sofisticado, y en suma
estimable en términos narrativos, fílmicos y actorales. Opino. Pero a nadie ha
de asombrar que los antifranquistas protesten, y le caigan en aguacero al chico
proteico y su linda jeta. Se la tienen jurada, hay que decirlo.
Certain
Women (EU, 2016). Aquí son historias
cruzadas de mujeres, filmadas por una mujer. Nos referimos a Kelly Reichardt.
Es posible que ya hayamos reseñado algo de ella en este espacio (Night Moves, seguramente). Las actrices:
Kristen Stewart, Michelle Williams, Laura Dern. Nada mal. En cuanto al filme
como tal, es una rendición sin drama estrafalario, pero esta sobriedad indie y
este narrativismo discreto lleva algo inmanentemente significativo y del todo
literario. Lo literario es muy normal, por demás: todo parte de un libro de
cuentos, de Maile Meloy, que seguramente rezuma mucha callada desesperación, en
el Oeste Americano. La película captura y se amanceba con ese territorio
esencial que es Montana. Pequeños pueblos, rancherías, donnadies. Todos somos
donnadies de algún lugar, ¿no es cierto? Agradecemos a IFC el proyecto porque
ya estamos hartos de pelis de superhéroes con superpoderes superextraordinarios.
¿Y los planos lentos?, ¿y las tensiones subterráneas? ¿y la condición humana?
Que al parecer a toda una generación de espectadores eso le parece una cosa de
chochos. Lo único que les interesa es la telequinesis. Pero que ninguna vida es
completamente heroica es algo que esta película muestra especialmente bien.
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