Ameno Córdoba me ha enviado el corto que ha realizado junto a Pepe Orozco, llamado Los habitantes del aire.
Me gustaría
poder compartirles el link, pero Ameno me pidió que no lo hiciera, por eso de que
busca meter el trabajo a festivales. Sobre lo cual se asume que hay que
conservarlo más o menos inédito.
Ameno y Pepe
son un dúo de seres audiovisuales siempre despiertos, completamente motivados, creo
que se adoran el uno al otro. No es que los conozca a fondo, pero a ambos les
tengo algún cariño y respeto porque he visto cosas suyas que, aún siendo embriónicas,
revelan talento, pulsión y pasión. Se nota que es algo que les satura de
significado las vidas.
De ese modo se
van ayudando (a la vez que son ayudados y ayudan a otros) y van armando sus
materiales, que dirigen y lideran siempre con un toque artístico y urbano, lo
que queda evidente en Los habitantes del
aire.
Los habitantes del aire es un
cortometraje de una quincena de minutos, inspirado en un libro de poemas para niños, de
la escritora Vania Vargas (quien luego nos enteramos fungió de productora ejecutiva
del proyecto). No he leído el libro, así que ignoro si nuestra dupla hizo un
buen trabajo de adaptación.
Yo más bien
creo que sí, por eso que tienen ellos de hacer sin recursos algo muy
suficiente. Parece que en la falta de recursos estos dos cerbataneros encuentran
todo un camino creativo y muy cinematográfico. Es decir que, para no tener
recursos, los tienen bastantes, y mantienen siempre una exigencia de ingenio
digno y heroico. Vemos el detalle, vemos la poesía sincera y cinética, vemos la
ternura creativa (por ejemplo en la presentación de los créditos). Así que si
ustedes son de los que aprecian la imaginación libre por encima de las
historias secuenciales, este corto de visualidad y buena foto bien puede
llamarles la atención.
En efecto, Los habitantes del aire es menos una trama
que una colección de cuadros libres. Puede que luego de un rato ya extrañemos
una línea narrativa más evidente, aún con toda la belleza simple y obvia de las
imágenes, pero al final de cuentas hemos de recordar que todo se inspiró en un
libro de poesía. Es posible que se formulen algunas redundancias, insistencias
prescindibles, puede que el corto se haya podido acortar, pero de todos modos
apreciamos la factura, trabajo, creatividad, sonrisa, sinergia, magia y naïveté
general de la obra. Y apreciamos ese sentido de apuesta por el trabajo
artesanal inventivo. La cosa es que la imaginación vuele, como si fuera una
bolsa de plástico, al sonido de la música adecuada de Pamela Flores.
Esto de las
bolsas plásticas viene al caso. Ya ven que son un leit motiv de Vania (un leit
Vania motiv). En esas bolsas está el tema todo del libro, y del corto, el de
los habitantes del aire, entonces. De inmediato nos coloca en esa escena de American Beauty, en donde Ricky Fitts
nos habla de la “vida entera que hay detrás de las cosas”.
Es el poder y
la magnificencia de lo inanimado.
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