De las películas animadas yo les voy a decir
esto: sirven mucho cuando uno está de luto.
Porque cuando uno está de luto uno no puede
absorber, ni digerir, materiales muy pesados. Cuando uno está de luto no conviene
ponerse a ver películas de Lars Von Trier. En momentos así, nuestro sistema nomás
tolera liviandades.
Así que estos días, luego de la muerte de una
amiga, han sido para mí días de ver el Disney Channel y todos esos demás
canales de cartoons en el cable, que normalmente jamás miro. Me la he pasado
viendo películas tipo Kung Fu Panda o
Brave o Cómo entrenar a tu dragón.
Algo me dijo que en toda esa inocencia iba yo a
encontrar una manera de consuelo. Y de hecho así fue (por supuesto ciertos inframundos
de la muerte simplemente no tienen consuelo, son densos, son atroces y son
criminales).
Alguien podría argumentar que en esta actitud
televisiva mía hay una pauta regresiva, una evasión. Después de todo, no tengo
diez años, sino cuarenta. Sin embargo las animaciones no son privativas de una
edad particular y además no he estado evadiendo nada. He recibido todo ese
sufrimiento como viene, con el corazón abierto, aún si a ratos he sentido que
este pellejo, esta nimiedad de tendones y carne, caerá desmayado bajo el
relámpago de la realidad.
¿Evadiendo, pues? Nada de eso, ni considero que
ver animaciones sea inmaduro o freak. A veces es nuestro niño interior el que
requiere salir de esa noche en donde lo tenemos enclaustrado. En toda la amplia
tierra, no hay nadie que merezca más atención que nuestro ichoquito interior.
Habiendo dicho lo que dije, quiero decir otra
cosa. Puede que las películas animadas sean una cosa de humor y muy aéreas,
pero eso no las hace frívolas. Miren ustedes las películas animadas de hoy:
tratan tópicos extremadamente delicados, desde la codependencia al
calentamiento global, desde la discriminación a la muerta misma, entre una
miríada de otros temas. Y traen consigo grandes mensajes y enseñanzas, cada vez
más sofisticados, y ya sin moralismos o convencionalismos idiotas. Recuerdo
cuando vi Inside Out, casi me puse
triste: ¿por qué estos filmes no existían cuando yo era niño? Me hubieran
ahorrado un montón de taras, de bloqueos y de problemas.
En fin. El 2016 trae consigo materiales que
prometen ser encantadores, películas como Kung
Fu Panda 3, Zootopia, o Buscando a
Dory. Si estamos tristes, si nuestro estado interno está desintegrado, si
nos sentimos llenos de mercurio oscuro, si estamos como desorientados, porque
alguien querido ha muerto, quizá deberíamos ponernos a ver una animación, quizá
deberíamos animarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario