Soplen, genios

He escogido para esta edición de Contraluz tres biopics ficcionalizados de tres músicos paradigmáticos del siglo XX: Charlie Parker, Miles Davis, Chet Baker. Puntos en común: los tres eran norteamericanos; los tres fueron jazzistas; los tres geniales; todos dejaron una obra solida que marcó la historia de la música; los tres usaron instrumentos de viento; todos tuvieron proclividad por la armonía; también por el caos; amaron las drogas duras; alcanzaron una notoriedad que sigue vigente a la fecha; cada cual tocó con los otros dos. Por supuesto, dándose todas estas similitudes, eran músicos muy idiosincráticos y diferentes. Lo mismo puede decirse de los tres biopics escogidos (Bird, de Clint Eastwood; Miles Ahead, de Don Cheadle; Born to Be Blue, de Robert Budreau) que proyectando cosas en común a la vez guardan sus propios enfoques, en forma y trama. Soplen, genios.

Bird (1988). Confieso que hace mucho que no veo esta película. Confieso también que me fascinó cuando la vi y que cuando la vi la vi muchas veces: que no me cansé de verla. ¿Cómo alguien como Clint Eastwood puede hacer algo como The Bird y después otra cosa tan excrementicia como American Sniper? Bird por supuesto es y era Charlie Parker y Charlie Parker era y es Forest Whitaker, en un rol que presagió y desató toda la excelencia de su carrera. Hay películas que son clásicas, y esta lo es porque consigue darnos buena parte del arco biográfico de Parker y a la vez establecer momentos sincrónicos de su vida con extrema poesía audiovisual (como el platillo de la batería). Todos quedamos frikeados cuando nos enteramos que Bird murió a los 34, con un cuerpo de 65. 


Miles Ahead (2015). Hay un encanto en saber que dos de las películas aquí presentadas fueron filmadas por actores (en la anterior Clint Eastwood, en la presente Don Cheadle). Es como si encontraran en la vida de estos músicos vasos comunicantes con su propia situación artística. La película hizo bien en concentrarse en un momento particular de la vida de Miles, un momento cuando se encontraba en un mal momento, como músico y ser humano. Por supuesto, hay saltos hacia atrás y hacia delante, pero el jardín narrativo de la película ocurre en los setenta. El personaje de Ewan McGregor (según estoy leyendo, fictivo) sirve para catalizar la historia. Y luego Cheadle haciendo de un Miles con mucha calle, imperdible. Sin olvidar que dentro de toda esa calle y barrio había una sensibilidad exquisita y virtuosa. Virtuoso también es Cheadle, como director y como actor. ¿Hay libertades? Pues sí. Crímenes necesarios.


Born to Be Blue (2015). De Chet Baker, aquí constituido por Ethan Hawke. Todo gira mucho alrededor de la droga. En cada bildungsroman que nos presentan estos jazzistas realmente la droga es el rito de pasaje total hacia una suerte de oscuridad creativa. Más en el caso de Baker, que sintió a lo mejor que esa oscuridad era necesaria para estar a la altura de los pesos pesados (“Vuelve cuando hayas vivido un poco”, le dice Miles Davis en un momento del filme). En el caso de Baker, esa oscuridad (que le costó literalmente la dentadura, lo cual no es poco decir, en el caso de un trompetista) estaba mezclada con una dulzura profunda en su voz y en su ser, que quizá Ethan Hawke supo trasladarnos un poco.





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