Abramos el frasco del
curtido.
Lo primero que salen son documentales. Y entre
ellos uno muy decente llamado (Dis)Honesty
(2015), con el subtítulo: “La
verdad de las mentiras”. Estoy
bastante seguro que es importante ver esta película para echar más luz sobre
los desmedidos engaños con que funcionarios del gobierno pasado pretendieron
vernos a todos la amplia cara de pendejos. El documental como tal muestra
reportes reales de personas que fueron a parar a lugares muy oscuros por no
decir la verdad, y todo eso acompañado de una explicación paralela muy seria e iluminadora
sobre este rollo de mentir.
Si lo de ustedes son las series, aquí les
comparto algo de la última que me tiene enganchado. Me refiero a Mad Dogs, que primero fue una serie
inglesa que ocurre en Ibiza, y aquí es una gringa que pasa en Belice. La pueden
cachar en el cable, en TMC. Es exactamente el tipo de historia que me gusta o
gustaría escribir. Cuatro gringos en un laberinto sin salida, de
narcos, asesinos y todo el resto. En el transcurso de todo ello van
mostrando sus sombras y sus resentimientos mutuos, pero también sus luces y
complicidades. La serie contiene toda clase de momentos mágicos, derivas
desmedidas en el Tercer Mundo, mucho absurdo karmático y expansivo, pesadillesco
y cómico a la vez. Es como una de esas historias de hadas en donde el
protagonista no puede salir del bosque, y el bosque aquí es un Belice criminal
y delirante.
Comedias he visto algunas entretenidas, y las
pueden ver ustedes también. Para empezar Hail,
Caesar! (2016), de los hermanos Coen, que están creando un monumental mural
de la historia americana, película a película. Aquí el momento es el de los
grandes estudios, los actores clásicos, las megaproducciones bíblicas. Todo eso
unido al rollo de los guionistas comunistas: macartismo y tal. Y la
temperamental prensa rosa hollywoodense. No es lo mejor de los Coen, en mi
prepotente opinión, pero ciertamente no es caca.
La otra comedia factible es la española Ocho apellidos catalanes (2015). Miren,
yo no entiendo nada de los problemas autonómicos e independentistas españoles,
y no voy a pretender aquí otra cosa, solo sé que esta comedia, relajo de
andaluces, vascos y catalanes, parece ser inteligente, sin darle la espalda a
lo muy banal, fresco y caricaturesco. Con el hilarante comediante (lo hemos
visto en el Club de la Comedia, que mucho vemos) Doni Rivera.
Se me va acabando el espacio, lástima. Termino
con Dressmaker (2015), con Kate
Winslet. Se trata de una película
australiana, y yo en realidad tengo debilidad por ciertas películas
australianas, especialmente aquellas que ocurren en páramos pueblerinos,
desérticos, no exonerados de polvo. Es casi realismo mágico, pero quizá
podríamos ponerle realismo excéntrico. No sé qué es. Adiós.
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